viernes, 1 de agosto de 2014

Luna de verano

Publicado en Lindeiros de agosto de 2014

Julio nos ha dejado una de las noches más lluviosas de los últimos años. Las gotas de lluvia han aporreado nuestros tejados y creado algún que otro problema. Esperemos que este mes de agosto que acabamos de empezar nos depare menos lluvia y más sol. Noches despejadas y agradables que nos permitan disfrutar del aire libre y de la espectacular Luna llena. Y también misteriosa: grande cuando se levanta por el horizonte; más pequeña varias horas después. ¿Por qué la vemos de diferente tamaño a lo largo de la noche?

Las fases lunares de Galileo
Muchos creen que es debido a que la atmósfera de la Tierra actúa como una lente que aumenta el tamaño de los objetos. Como físico que soy, esa me parecía la respuesta adecuada y me disponía a explicarlo así, utilizando el ejemplo del palo que se tuerce al introducirlo en el agua como un símil. Pero siempre antes de escribir un artículo como este, es conveniente actualizar la información que uno tiene, ya que la Ciencia avanza y nunca da nada por asentado. Mi sorpresa ha sido que esta Luna grande que vemos no es más que una ilusión que crea nuestro cerebro. Y además, aunque no lo creamos, no existe todavía una explicación, existiendo varias teorías al respecto, pero todas desde la psicología o desde la neurociencia. Lo que sí está claro es que las cámaras fotográficas no recogen ese cambio de tamaño y que, además, con un sencillo experimento, podemos comprobar que realmente este es el mismo al salir la Luna como unas horas después cuando está en lo más alto (el cenit). 

A través de un periódico formando un tubo (¿por qué no con este Lindeiros? ¡Llévatelo a casa para hacerlo!), miramos a la Luna cuando la vemos grande, justo cuando está saliendo por el horizonte, con el otro ojo cerrado. Ajustamos el hueco al tamaño de esta y fijamos ese grosor del tubo con una cinta adhesiva. Más tarde, cuando la Luna llena esté ya en lo más alto (o antes si no podemos esperar tanto, pero dejando que la Luna se aleje lo suficiente del horizonte), volvemos a mirar por nuestro improvisado catalejo y, aunque nos parezca imposible, encajará perfectamente. La próxima oportunidad es el 10 de agosto. Sobre las 8 y 20 de la tarde, por el Este, asomará nuestro satélite. Y confirmará con este sencillo experimento que, cuando se habla de Ciencia, nunca se puede dar nada por absolutamente cierto.

Para saber más: