lunes, 7 de octubre de 2013

Volaré aunque no quiera.

Publicado en Lindeiros, número 5 (Septiembre 2013)

Este verano ha tenido a nuestros alcaldes muy ocupados con los aeropuertos. Todos quieren tener el mejor posible en su ciudad, sin pensar en el resto de los gallegos, y con argumentos poco sólidos como la discriminación. Esperemos que alguna vez se den cuenta que lo importante no es si tenemos un aeropuerto o no en nuestra ciudad. Lo importante es cuánto tiempo necesitamos para llegar a nuestro destino final y a dónde podemos viajar sin escalas. De hecho, el avión se ha convertido en un medio de transporte ágil para viajar a lugares lejanos en pocas horas. Muchos consideran magia que pueda volar, pero realmente es solamente física.
Lo primero que necesita un avión para volar es moverse. Al igual que otro vehículo, cuenta con un motor, a reacción o de hélice, que lo impulsa hacia adelante. En esto se distingue de otros artefactos voladores como los globos o los planeadores, que no llevan su propia propulsión.
Una vez en movimiento, lo que hace que pueda volar son sus alas. Más bien, la forma de sus alas (ver la figura). Al moverse, el aire que rodea al avión se tiene que adaptar a ese movimiento. Para comprender lo que pasa, podemos dar la vuelta a la tortilla: en vez de moverse el avión, este está parado y hace viento. El aire que pasa por debajo del ala, no tiene que cambiar su velocidad para pasar, ya que no tiene obstáculos. Sin embargo, el aire que pasa por encima del ala tiene que acelerar, incrementando su velocidad, ya que no se puede detener. Pensemos en una autopista de cuatro carriles en cada sentido, en donde circulan los coches a 60 kilómetros por hora. De repente, los dos carriles de la derecha se estrechan en uno solo. Para que el tráfico no se atasque, los conductores de esos dos carriles, además de ser educados y dejar pasar al vecino, han de acelerar hasta alcanzar los 120 kilómetros por hora al llegar al carril único. Los de la izquierda no han de hacer nada para no embotellarse.


Karman trefftz
Más velocidad, menor presión
Fuerzas en el ala. Si la sustentación es mayor que el peso, el avión se levantará.



Lo mismo pasa con el aire. Pero además, al incrementar su velocidad, el aire que pasa por encima presiona menos sobre el ala que el que pasa por debajo. Como consecuencia, el avión se ve empujado hacia arriba, con una fuerza que llamamos sustentación. Si esa fuerza es mayor que el peso del avión, este se levantará del suelo, queramos o no. Sin magia. Es solo física.